El sector del transporte se enfrenta a desafíos crecientes: entre 1995 y 2018, las emisiones del transporte de mercancías aumentaron un 22%, impulsadas exclusivamente por el transporte por carretera. Paralelamente, ha crecido la conciencia social sobre el impacto del CO₂, lo que ha elevado las exigencias por parte de clientes, consumidores y responsables políticos. Un ejemplo claro es el Pacto Verde Europeo, que plantea una reducción del 55 % en las emisiones de gases de efecto invernadero para 2030 (con respecto a 1990), y alcanzar la neutralidad climática en 2050.
Para avanzar hacia estos objetivos, en febrero de 2024 los Estados miembros de la UE aprobaron nuevos estándares de emisiones de CO₂ para vehículos comerciales pesados. Esta medida supone un paso crucial tanto para el sector del transporte como para las empresas que operan por carretera. Las nuevas normas endurecen los límites establecidos en 2019, reforzando la regulación de emisiones en el transporte europeo de mercancías.
Objetivos europeos de reducción de emisiones para vehículos pesados
La normativa europea establece metas claras para descarbonizar el transporte de vehículos pesados. En relación con los niveles de 2020, las emisiones de los nuevos vehículos comerciales deberán reducirse como mínimo en:
- 2030: una reducción de al menos el 45%.
- 2035: una reducción de al menos el 65%.
- 2040: una reducción de al menos el 90%.


Más allá del nivel de concienciación ambiental, fabricantes y operadores logísticos buscan soluciones que sean viables tanto económica como ecológicamente para adaptarse al nuevo marco regulatorio. Aunque aún existe debate sobre cuál será la tecnología dominante en los próximos años, hay algo claro: la dependencia de los combustibles fósiles no tiene futuro. Los expertos estiman que el porcentaje de camiones nuevos con batería o pila de combustible deberá pasar del 2 % actual al 40 % en 2030. Aunque estas tecnologías son clave, no son las únicas en fase de prueba o uso activo.
Principales tecnologías de propulsión alternativa para el camión del futuro
Movilidad eléctrica y sistemas híbridos
Las soluciones sin emisiones son especialmente adecuadas para trayectos cortos en entornos urbanos. Permiten realizar entregas libres de emisiones y cumplen con los exigentes estándares medioambientales de las grandes ciudades. En este contexto, los camiones eléctricos ofrecen múltiples ventajas: cero emisiones locales, incentivos atractivos como la reducción del 50 % en los peajes, lo que puede suponer un ahorro de hasta 25.000 euros al año por camión en Europa.
Además de sus bajos costes operativos, los vehículos eléctricos destacan por sus prometedoras perspectivas económicas. Los expertos estiman que, incluso en 2025, el coste total de los vehículos eléctricos con batería será un 26 % inferior al de los modelos diésel. Esta tecnología de propulsión eléctrica por batería se considera ya una opción consolidada, disponible y fiable, lista para su uso inmediato.
Sin embargo, la infraestructura de carga sigue siendo uno de los principales retos para la expansión del camión eléctrico del futuro. Más allá de dotar a los depósitos propios de puntos de carga, será necesario ampliar considerablemente la red pública para garantizar tiempos de carga razonables y disponibilidad a lo largo de las rutas. Según McKinsey, para 2035 Europa necesitará unos 900.000 puntos de carga privados, lo que supondrá una inversión de aproximadamente 20.000 millones de dólares. La escasa densidad de puntos de carga, los elevados costes de las estaciones públicas y los problemas de compatibilidad entre distintos conectores siguen siendo barreras importantes para su uso generalizado en la actualidad.
Células de combustible con hidrógeno
Las pilas de combustible basadas en hidrógeno se perfilan como una alternativa muy prometedora para los camiones que operan en rutas de larga distancia. Ofrecen una amplia autonomía, tiempos de repostaje cortos y, durante su funcionamiento, solo emiten vapor de agua, lo que las convierte en una opción especialmente respetuosa con el medio ambiente. A diferencia de los vehículos eléctricos con batería, los depósitos de hidrógeno pueden almacenar más energía, lo que los hace ideales para trayectos internacionales o rutas con escasa infraestructura de carga. Además, pueden utilizarse con gran flexibilidad, incluso en terrenos difíciles o con cargas especialmente pesadas.
Los primeros vehículos de prueba ya están demostrando el potencial de los camiones impulsados por hidrógeno. No obstante, esta tecnología sigue estando asociada a costes elevados y a una infraestructura compleja. Para lograr una implantación amplia en el mercado, será imprescindible ampliar significativamente la red de suministro de hidrógeno y reducir los costes de producción del hidrógeno verde.
Gas natural licuado (GNL) y gas natural comprimido (GNC)
Tanto el GNL (gas natural licuado) como el GNC (gas natural comprimido) suelen considerarse sistemas de propulsión alternativos para camiones, aunque, en sentido estricto, siguen siendo combustibles fósiles, ya que se basan en gas natural fósil que se licúa mediante refrigeración (GNL) o se comprime (GNC). Por ello, su papel como solución de futuro probablemente se limitará a medio plazo. Sin embargo, dado que no requieren grandes modificaciones en los vehículos, el GNL se utiliza y se percibe como una solución transitoria práctica.
El GNL ofrece ciertas ventajas para mejorar los balances de emisiones de CO₂ y cumplir con normativas más estrictas, gracias a una tecnología ya consolidada. En comparación con el diésel, puede reducir las emisiones de CO₂ hasta en un 20%, además de disminuir notablemente las emisiones de óxidos de nitrógeno y partículas. Esto resulta especialmente ventajoso en entornos urbanos. Además, su mayor autonomía respecto a los vehículos eléctricos lo convierte en una opción atractiva también para el transporte de larga distancia.
A pesar de ello, persisten algunos retos importantes, como la necesidad de desarrollar una infraestructura más amplia o de encontrar alternativas al origen fósil del combustible. En este sentido, el uso futuro de bio-GNL o GNL sintético, producidos a partir de fuentes de energía renovables, se presenta como una vía especialmente prometedora.
Otras opciones: biocombustibles, catenarias, planificación de rutas…
Los biocombustibles pueden ser una solución útil, especialmente durante la fase de transición, ya que permiten reducir las emisiones a corto plazo. Sin embargo, su disponibilidad es limitada y, a largo plazo, se necesitarán soluciones más sostenibles y escalables.
Otra propuesta es el uso de catenarias eléctricas, una tecnología que por ahora solo se ha implementado en tramos de prueba. Aunque su desarrollo avanza lentamente, presenta ventajas destacables: el camión del futuro, equipado con pantógrafo, podría recargarse mientras circula, reduciendo así la dependencia de las baterías. No obstante, los costes de infraestructura son elevados y, en muchos casos, la red ferroviaria existente podría ser una alternativa más eficiente.
Existen también otras medidas complementarias, como la gestión optimizada de flotas o la planificación precisa de rutas, que pueden facilitar el periodo de transición al reducir los costes operativos y aumentar la eficiencia. Asimismo, el uso de herramientas especializadas para monitorizar las emisiones permite recopilar datos valiosos, que ayudan a las empresas a tomar decisiones más sostenibles.
Puedes descubrir más sobre la movilidad eléctrica y otros sistemas de propulsión para el camión del futuro en el podcast Logistics People Talk.


Retos del transporte por carretera
Pese al abanico de opciones disponibles, la implementación de sistemas alternativos de propulsión en camiones sigue siendo un proceso complejo y plagado de desafíos. La falta de infraestructura adecuada, como estaciones de carga eléctrica, hidrógeno o GNL, es una barrera importante. A esto se suman cuestiones como las emisiones de metano del GNL o el alto coste energético del hidrógeno verde.
Además, la diversidad tecnológica complica la toma de decisiones: muchas alternativas no pueden aplicarse de forma universal debido a sus limitaciones específicas.
Sistemas de propulsión alternativos para camiones: mucho más que un mal necesario
A pesar del impulso por diversificar los modos de transporte, el traslado de mercancías por carretera sigue dominando el panorama europeo. Entre 2012 y 2022, su cuota creció del 74% al 78%. En cambio, el ferrocarril solo alcanzó el 17%, y la navegación fluvial el 5%. Algunos expertos prevén incluso un crecimiento adicional del 54% en el transporte por carretera de aquí a 2051.
Existen motivos de peso que explican por qué el transporte por carretera sigue siendo el modo predominante: ofrece una alternativa generalmente más económica frente a otros medios, gracias a su flexibilidad, la posibilidad de realizar entregas directas sin transbordos y una red viaria densa y consolidada. A esto se suma la alta disponibilidad de vehículos, que permite un servicio rápido, versátil y adaptable a todo tipo de mercancías. Para seguir aprovechando estas ventajas en el futuro, será fundamental incorporar nuevas tecnologías en todos los niveles del sector.
El camión del futuro
Los sistemas de propulsión alternativos representan un paso esencial hacia un transporte de mercancías sin emisiones. Sin embargo, cada empresa debe evaluar cuidadosamente qué tecnología se adapta mejor a sus necesidades. Esta decisión no depende únicamente del impacto medioambiental: los altos costes de adquisición, la limitada infraestructura de carga o las normativas en evolución suponen retos considerables.
Expertos logísticos como Rhenus acompañan a las empresas en este proceso, apostando por flotas mixtas y por una planificación estratégica de infraestructuras, lo que permite avanzar hacia operaciones más sostenibles sin renunciar a la competitividad.